Con el inicio de la fiesta deportiva que representan los XVII Juegos Panamericanos, que ya transcurren en la ciudad de Toronto, Canadá, no se hacen esperar las noticias. Nos llegan de ambas naturalezas, positivas y negativas. Por un lado, los Dominicanos nos alegramos al saber de la hazaña aurífera de la Levantadora de Pesas Cándida Vásquez, pero por el otro alargamos nuestros rostros al enterarnos del resultado positivo en el control antidoping de dos de nuestros boxeadores.
Es la opinión de este autor que aún al verificarse la veracidad de que el positivo lo originó el consumo de carne de vaca contaminada, el equipo técnico que entrena y supervisa los atletas de boxeo debió haber sido más sigilente en lo que sus atletas consumían. Mi postura proviene del hecho que este incidente propinó de una derrota deshonrosa a dos púgiles con chance de alcanzar medallas, sin antes haber puesto un pié en el cuadrilátero de combate.
Para estos boxeadores, este desafortunado desenlace puede haber puesto fin al sueño olímpico de ambos. A aproximadamente un año para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, las probabilidades van en contra de que los atletas que arrojaron el doping positivo puedan formar parte del proceso clasificatorio para la próxima olimpíada.
No conozco el cuerpo manejador de esos púgiles, pero les aseguro una cosa, no quisiera estar en sus zapatos. ¿Cómo consuelas el desmoronamiento de un sueño que posiblemente tenía años construyéndose? En lo personal, conozco muy bien lo que es entrenar por años con el sueño de participar en un evento élite y ver desvanecer ese sueño por causas ajenas a mi voluntad.
No soy quien para juzgar a Juan Ramón Solano y Leonel de Los Santos, sólo soy bueno para expresarles lo desilusionante que es no tener el chance de mostrar los resultados de los sacrificios que ambos atletas han asumido, sólo quedando la incógnita del "que hubiese sido", aunque ya sabemos que los hubieses, así como los hubiera y hubieron, no existen.
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